Nuestra mente nos controla a través del diálogo interior.
Como un apuntador nos va dictando qué está bien, qué está mal, que podemos o no podemos hacer, que debemos realizar, que es posible o imposible, qué es lindo o feo, etc.
Como un apuntador nos va dictando qué está bien, qué está mal, que podemos o no podemos hacer, que debemos realizar, que es posible o imposible, qué es lindo o feo, etc.
Con el flujo descontrolado de imágenes puede meternos en un tren fantasma de recuerdos horribles sin que podamos detenerla, o quizás nos obligue a ver un compilado de nuestros fracasos entre otras torturas.
Nos limita, nos marca las rejas de nuestra cárcel interna.